jueves, 6 de abril de 2017

Con tres cosas me adorno y me presento, hermosas ante el Señor y ante los hombres: la concordia entre hermanos, la amistad entre los prójimos y la armonía entre mujer y marido (Eclo, 25, 1)


La amabilidad es preocuparse por el bienestar de los demás. La amabilidad es demostrar que uno se preocupa por cualquier persona o cosa que se cruce en su camino, sabiendo que todo forma parte de la creación de Dios. Puedes ser amable con las personas, los animales y el medio ambiente. La amabilidad se evidencia en pequeños gestos que alegran la vida de las personas, en las ocasiones en que te interesas por sus ocupaciones, sus familiares, su salud. Amabilidad es demostrarle amor y comprensión al que está triste o necesita tu ayuda, aunque no esté a tu alcance resolver sus problemas.
Sin amabilidad, la gente sólo miraría por sí misma y todos se sentirían muy solos. Cuando alguien, en un gesto de amabilidad, tiene la mano hacia el prójimo, ese acto beneficia a los dos: el que lo recibe, porque siente que representa algo para el otro, y el que lo da, porque aumenta la bondad de su corazón.

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