sábado, 21 de enero de 2017

"No nos durmamos, pues, sino estemos vigilantes y vivamos sobriamente" Tesalonicense 5,1. Oremos incesantemente. La oración será nuestra fuerza, el manantial de nuestra alegría, de nuestra sabiduría, de nuestro tesón y alegría.


Con ella vendrán todos los dones del Espíritu Santo, que nos enseñará el camino, métodos apropiados, que nos enseñará a lanzar la red sin convertirnos en burócratas pescadores de caña y paciencia para roturar y preparar la tierra para sembrar en ella ansias de cumbres y a no quedarnos en burgueses sin hambre y sed de justicia.

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