jueves, 3 de julio de 2014

Cualquier persona en constante actividad productiva, llama poderosamente la atención por su dinamismo, ingenio para tener una ocupación y el empeño que tiene por hacer bien las cosas

Trabajo y laboriosidad

Cualquier persona en constante actividad productiva, llama poderosamente la atención por su dinamismo, ingenio para tener una ocupación y el empeño que tiene por hacer bien las cosas. Esta inquietud tan evidente, no es otra cosa sino el valor de la laboriosidad aplicado en la vida cotidiana, lo cual significa:
Hacer con cuidado y esmero las tareas, labores y deberes que son propios de nuestras circunstancias personales.

La persona laboriosa tiene como notas características:
- Especial dedicación para realizar cualquier actividad o trabajo con la mayor perfección posible y concluirlas en el tiempo previsto.
- Hacer cosas que beneficien a los demás en su persona o sus bienes, sea en el hogar, la oficina o la escuela.
- Organización del tiempo para mantener un equilibrio entre el descanso y la actividad, evitando el ocio y la pereza o el activismo.
- Aunque su disposición al trabajo es continua, evita llenarse de actividades para cumplir adecuadamente con todos sus compromisos.

Ahora que hemos recordado los antecedentes del valor de la laboriosidad, conviene detenernos un momento a revisar nuestras actitudes y disposición para vivirlo:
- ¿Sé aprovechar el tiempo y trabajar con intensidad evitando las distracciones voluntarias?
- ¿Procuro terminar mis trabajos cuidando los detalles de presentación, calidad y entrega oportuna?
- ¿Pongo todo el esfuerzo y dedicación en mis labores, aunque no me agraden?
- ¿Organizo mi tiempo, actividades y elementos materiales cada día?
- ¿Descanso lo necesario para recuperar ánimo y energía, sin caer en la pereza y el ocio?

Para hacer de la laboriosidad un valor constante en nuestra vida, puedes tomar como punto de partida las siguiente sugerencias:
- Comienza y termina de trabajar en las horas previstas.
- Termina en orden y de acuerdo a su importancia todo lo que has iniciado: encargos, trabajos, reparaciones, etc.
- Evita dejar las cosas inconclusas, salvo que exista un imprevisto o impedimento grave.
- Cumple con todos tus deberes, aunque no te gusten o impliquen un poco más de esfuerzo.
- Descubre el motivo por lo que no te alcanza el tiempo: falta de organización, pláticas superficiales, demasiadas actividades, pretextos para estar fuera de tu lugar…
- No te limites a "cumplir" con tu trabajo. Busca colaborar con quienes te rodean en el trabajo, la escuela, familiares y amigos.
- Procura que la limpieza y el orden sean el sello característico de tus labores.
- Establece un horario y una agenda de actividades en casa: incluye estudio, descanso, tiempo para cultivar aficiones, convivencia familiar y las obligaciones domésticas o encargos.
- En casa corta el pasto, ayuda a los hijos o hermanos en sus deberes escolares; pon aceite en la puerta que rechina; tira los papeles y cosas inútiles que guardas en tus cajones; ordena tu ropa… Siempre hay mucho que hacer.
- Fija un horario para dormir que te permita descansar debidamente. Tal vez la TV, la lectura, la diversión, etc. se vean afectados, pero es un esfuerzo que vale la pena realizar.
Al mantenernos en constante actividad, adquirimos una mayor capacidad de esfuerzo, nos hacemos más responsables y llevamos una vida con orden; conscientes que la laboriosidad no es un valor para lucirse en un escaparate, sino un medio para ser más productivos, eficientes y participativos en todo lugar.


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