miércoles, 28 de agosto de 2013

ORACIONES AL ANGEL DE LA GUARDA

ORACION A LOS ANGELES

 Ángel bondadoso, mi custodio, tutor y maestro, mi guía y defensa, mi sabio consejero y amigo fidelísimo desde el día que nací, por la bondad del Señor he sido encomendado a ti. ¡Cuánta reverencia te debo, sabiendo que estás conmigo donde quiera y siempre cerca! Con cuánto conocimiento te debo agradecer el amor que alimentas por mí. Tengo mucha confianza porque sé que me asistes y defiendes. Enséñame, Ángel Santo, corrígeme, protégeme y guíame por el recto y seguro camino a la Santa Ciudad de Dios. No permitas que yo haga cosas que ofendan tu santidad y pureza. Presenta mis deseos al Señor, ofrécele mis oraciones, muéstrale mis miserias y pídele por mí. Agradécele su bondad infinita y también la intercesión de María Santísima, tu Reina. Vigila cuando duermo, sosténme cuando estoy a punto de caer, levántame cuando caigo, indícame el camino cuando me pierdo, anímame cuando pierdo el ánimo, ilumíname cuando no veo, defiéndeme cuando lucho y especialmente en el último día de mi vida sé mi escudo contra el demonio. Por la gracia de tu defensa y de tu guía, obténme en fin, tu radiante morada, donde por toda la eternidad pueda expresarte mi agradecimiento y glorificar junto a ti al Señor y a la Virgen María, Reina tuya y mía. Amén.
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Santo Ángel, mi guía celestial, a quien tantas veces he entristecido y ahuyentado con mis pecados, no me abandones. Yo te ruego que no me retires tu apoyo cuando esté yo en medio de los peligros, no me dejes expuesto sin defensa a los tiros de un enemigo tan astuto como cruel, no me pierdas de vista ni un solo instante, si no que tus amables inspiraciones dirijan y fortifiquen mi alma, reanimen mi corazón desfallecido y casi apagado porque está sin amor. Comunícale a mi corazón alguna chispa de las llamas suaves y puras que te abrasan, a fin de que cuando llegue el término de esta vida tan corta y miserable, pueda en tu compañía y la de todos los Ángeles, obtener la vida eterna y ver continuamente a Jesús, amarle, alabarle y bendecirle. Amén.
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Ángel de Dios, que eres mi Ángel Guardián, pues la bondad divina me ha encomendado a ti; ilumíname, dirígeme, guárdame. Amén.
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Ángel de mi Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día; no me dejes solo que me perdería, ni vivir, ni morir en pecado mortal. Jesús en la vida, Jesús en la muerte, Jesús para siempre. Amén.
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Angel de Dios, mi querido guardián, a quien el amor de Dios me ha querido confiar, en este día permanece a mi lado para protegerme e iluminarme, para guiarme y orientarme. Amén.
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Ángel de mi Guarda, mi dulce compañia, no me desampares ni de noche ni de día, hasta que me entregues en los brazos de Jesús y de María. Con tus alas me persigno y me abrazo a la Cruz y en mi corazón me llevo al dulcísimo Jesús. Amén.
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Ángel de mi Guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. En tus brazos me refugio y me apoyo en la Cruz, hasta que me entregues en los brazos de Jesús. Amén.
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Ángel de mi Guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. Niñito Jesús, sal del copón, pega un brinquito y ven a mi corazón. Amén.

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